DíA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Cada 8 de marzo, coincidiendo con el aniversario de la muerte de 146 obreras calcinadas por las bombas incendiarias lanzadas contra la fábrica textil Cotton de Nueva York donde mantenían un encierro para reclamar mejoras en sus pésimas condiciones laborales, recordamos la lucha de la mujer por la equiparación de sus derechos con los de el hombre. Una lucha que parte desde la antigüedad con episodios como la mítica huelga liderada por Lisistrata contra la guerra de los espartanos, continuada durante toda la historia con especial relevancia en los periodos de revoluciones políticas e industriales y que llega a nuestros días con la lucha contra la violencia machista y la discriminación laboral como importantes, aunque no únicas, demandas.

Este 8 de marzo se celebra en un año en el que se cumplen 80 años de la aprobación del derecho al voto de la mujer. En la comunidad autónoma en la que vivimos, especialmente en el Día Internacional de la  Mujer debería de ser un día más del resto del año para reconocer la labor de miles de mujeres; bisabuelas, abuelas y madres que se mantuvieron firmes en situaciones muy duras, en años de hambre, compaginando el cuidado de sus familias con precarios trabajos o costosas iniciativas de pequeñas empresas y en muchas ocasiones solas, sin la presencia del compañero que la guerra, emigración o los accidentes en la industria minera o metalúrgica les arrebató. La figura de la mujer en nuestro pasado más cercano, su importante papel, es fundamental para entender mucho de lo bueno de nuestro hoy.

Este día debe servir para unir el reconocimiento a las acciones del pasado con la puesta en valor de la mujer del presente. Pese a las aun existentes barreras sexistas, a pesar de mantener la costosa herencia de ejercer el principal papel en el cuidado del hogar y de la familia, la mujer se ha incorporado al ámbito laboral con un nivel de trabajo como mínimo idéntico al desempeñado por los varones; hoy su presencia en las universidades y centros de formación ya supera al número de hombres. A esta lucha generacional en condiciones desiguales por ocupar un papel en el desarrollo de la sociedad y no a impuestas cuotas se debe la actual presencia de mujeres en importantes responsabilidades políticas y empresariales. El terreno adverso en el que desarrollarse y la superación de las mencionadas barreras crea una generación de mujeres de firmes convicciones y ampliamente formadas, destinadas a ocupar un papel de liderazgo en el presente e inmediato futuro.

Finalmente en este 8 de marzo debemos continuar denunciando toda discriminación que una mujer pueda sufrir por su género.

Es un día en el que condenar y trabajar contra la violencia de género que cada año se cobra la vida de decenas de mujeres en nuestro país, debemos de seguir solicitando a nuestros gobiernos regional y nacional el aumento de tribunales destinados exclusivamente a juzgar esta lacra, además de aumentar y modernizar las medidas de seguridad para las víctimas; resulta fundamental hacer frente, señalar y excluir de la sociedad al individuo que maltrata a su pareja.

Debemos poner en marcha medidas que pongan freno a la discriminación laboral de la mujer, eliminar la diferencia salarial frente al hombre y promover horarios laborales que permitan compatibilizar la vida laboral con la vida familiar; esta última medida también dirigida al hombre, que debe de entender las labores domesticas y responsabilidades familiares como un tarea compartida.

La educación más temprana es fundamental para fijar la idea de ante las enriquecedoras diferencias entre sexos el invariable principio de igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres. Si queremos mantener y ampliar nuestro estado de derecho resulta totalmente necesario velar por que todos y todas tengamos igualdad de acceso a la formación y libertad de desarrollo personal. Tan solo el esfuerzo, el mérito y la capacidad, por encima de nuestro genero, ha de ser la regla que mida la capacidad de éxito.